martes, 16 de junio de 2009

Recuerdos

Cuando era niño mi mundo era mucho muy pequeño.
Era un lugar que compartía gustoso con unos cuantos habitantes, metidos todos en un contexto familiar, donde mi papá era el más fuerte e inteligente, mi mamá la más bondadosa y yo el que siempre quería ver televisión, jugar todo el día y subirse a los árboles.
Extraño esa etapa de mi vida... o será que más bien añoro la sencillez con la que vivía, la comida de mi mamá y la tranquilidad que sólo un pueblo de 300 habitantes puede dar?
Sólo sé que lo extraño.
Ahora tengo 30 años, comparto la ciudad con millones de personas y mi familia, que aunque lejos de manera geográfica, sigue a mi lado.
Ya no me subo a cualquier árbol, sólo a uno cuya fruta me resulta adictiva y que parece no saciarme.
Creo que la vida es compartir, ofrecer en la medida posible lo que tenemos para aquellos que nos dan parte de su tiempo y espacio. Es entregar.
"Es mejor dar que recibir", decía mi abuela. "Porque si das, quiere decir que estás en condiciones de desprenderte un poco de lo mucho que recibes", continuaba la Nana, mientras apretaba mi mano.
He tenido la suerte de que muchas personas me compartan su amistad y estén a mi lado, seres a los que yo no llamé, simplemente llegaron y me extendieron sus manos. Los tomé.
Ahora los vivo y los cultivo, ellos me viven. Los comparto.
Gracias a todos por estar aquí, por acompañarme y habitar mi mundo, lo que soy.