martes, 1 de marzo de 2011

Cuántas patadas se le deben dar a una lechuza para matarla??

Hoy vi como una bestia pateaba a un indefenso animal herido y 10 veces más pequeño, pero no para comerlo. No, no era un documental de Nat Geo ni un reportaje de Animal Planet, era un partido de futbol de la Liga Colombiana.
El animal supuestamente racional, entiéndase; el jugador, pateó una lechuza y la sacó del campo de juego, según él para protegerla, pues era obvio que en el área chica era un estorbo para sus "inteligentes" y acertadas jugadas.
La reacción del público fue notoria; a todos les molestó la barbarie con la que el "profesional" del balompié trató al ave, cuyo único error fue ponerse entre un balón y las piernas de un jugador.
El resultado; una pata rota, golpes en sus alas y un grado de estrés que sólo puede ser comparado con el que seguro sufrieron los antepasados de este jugador de color, cuando fueron traídos como esclavos de algún país africano hace más de dos siglos.
Fue indignante ver las imágenes que transmitió RCN y que en pocas horas dieron la vuelta al mundo, más cuando el protagonista, de nacionalidad panameña, trató de justificarse cual Lucero después del escándalo con su guarura armado.
Se habla de que lo van a sancionar con una multa, o que lo sacarán de la liga colombiana de futbol e incluso que le darán 45 días de cárcel, nada de eso reparará el daño, pues tristemente, el ave finalmente murió.
Qué nos enseña todo esto? Falta de valores, poco respeto por la naturaleza? qué los negros, más sin son de Panamá, son unos salvajes? (como ahora se dice en Colombia).
No lo sé, en mi caso me enseñaron a respetar las plantas y los animales desde niño. Creo que no todos recibieron la misma lección.
A veces no entiendo la manera de proceder de algunas personas. Me da tristeza.
Cuando era niño teníamos en el jardin una palmera muy alta, en cuyas hojas secas vivía una enorme lechuza blanca. Me gustaba verla en las noches de luna llena. Era bellísima e intimidante a la vez. Era todo un ejemplar.
Un huracán tiró la palmera y nunca más volvimos a ver a su inquilina emplumada. Seguro se mudó a algún lugar apartado y quizá más tranquilo que mi ruidosa casa y , seguro, más que un estadio de futbol soccer.