lunes, 9 de junio de 2008

El Pelochas

Tengo más de una semana escribiendo sobre el día del padre, siempre con le propósito de resaltar la relación entre padres e hijos de la socilité capitalina, en una bella y emotiva crónica paternal.
Irónico, pero hasta ahora, jamás he escrito algo sobre mi propio padre, a quien respetuosamente llamo, El Pelochas.
Bien, éste peculiar personaje medio calvo y algo pasado de peso es mi papá.
De niño admiraba su fuerza y su capacidad para responder mis dudas... no hay recuerdos como el verlo correr tras de mi, mientras intentaba aprender a andar en bicicleta ni nada de eso, el Pelochas llegó tarde a la repartición del don del padre tradicional.
Lo recuerdo llegando de Estados Unidos y bajando del carro mi primer bicicleta, una roja muy pequeña que después vendí para pagar una deuda en la secundaria (él jamás se enteró).
En la adolescencia veía el fut y el beis con él, leía sus libros y empecé a hablarle de tu, a pesar de los consejos de mi abuela. "Muchacho carambiado este, a los papás no se les habla así", me decía la Nana.
Un día me ejoné con él, ha sido la única vez hasta ahora... jamás vi en sus ojos tanto coraje, pero yo era la causa, más bien, mis ideas.
Sólo duramos unos meses sin hablar bien... poco después, mi papá seguía el mismo de siempre; contándome los pornochistes que acababa de aquirir con sus amigos, o burlándose frente a mi mamá de mis pubertas erecciones matutinas.
En uan persona dura, analítica, con ideas muy firmes. Un tanto renegado y hasta cierto punto necio. Pero es un gran tipo, muy trabajador y un buen padre, al menos, el mejor que he tenido.
Cuando lo vi llorar por primera y única vez, no supe que hacer, lo vi tan pequeño y débil, nada que ver con el Pelochas de siempre, con el fuerte e inquebrantable. Era mi papá, en brazos de mi madre, triste por la muerte de mi abuela.
No sé si he sido un buen hijo, pero Dios me mandó un buen padre, alguien a quien no he sabido comprender en muchas cosas y momentos, pero que siempre ha estado ahi, para mi, para todos.
Te amo Pelochas, aunque nunca te lo diga, no te bañes tan seguido, y no te guste Paulina Rubio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente descripción... que maravilla que puedas escribir así de tu padre