miércoles, 13 de agosto de 2008

Crónicas de muertes no anunciadas

No sé que hice hace días, pero algún mal karma estoy pagando.
Tras varios días de intenso trabajo y una minuciosa planeación de tiempos e itinerarios, por fin encontré espacio para escribir mis notas, por lo que aquella mañana me dispuse a iniciar la búsqueda de las tan escurridizas musas de la inspiración. Hasta que… “Murió Pancho del Valle y López Corcuera, investiga de qué y cómo fue, ah! y no olvides contactar también a sus mejores amigos para que nos hablen de él y escribas un pequeño artículo tipo homenaje”, dijo mi editora. Adiós crónicas y entrevistas atrasadas.
Los archivos del periódico me presentaron al difunto; 41 año, empresario, socialité y, al parecer, amigo de todo el gremio social.
Más de una decena de llamadas con respuestas como; “era un gran amigo, creo se le complicó un mal en los pulmones durante su viaje por el Mar Báltico”, “Lo conocía porque íbamos al mismo gym, seguramente fue una sobredosis… amaba la coca, igualito que el la fundación de Jumex”, “Cómo que murió?!! No lo puedo creer? Qué sabes de eso”??! Bueno, después de todo soy un comunicador no? pensé mientras fingía una voz amable y condescendiente.
Tras un pequeño clavado en Internet para completar la nota, los diseñadores tenían ya el material suficiente para el artículo final… pero, aún faltaba más.
Un adolescente fue secuestrado y encontrado muerto hace unos días: conmoción nacional, luto en el medio empresarial. Una familia destrozada.
Tema escabroso, difícil y por demás desagradable, pero alguien tenía que hacerlo, la pregunta es; por qué yo? Maldito Karma.
El escenario, nada familiar para mi persona; una iglesia. Solemne, imponente y hasta cierto punto frágil. Repleta.
Fue un servicio emotivo y triste, en la que no faltaron las lágrimas y algunas muy sutiles palabras de protesta para el gobierno y las autoridades.
A final, una interminable fila se acompañantes de formó frente a los padres del joven, cuyo único error fue ser hijo de personas con dinero y visión de negocios.
“No podemos abordarlo”, dijo la reportera con quien compartía agenda, “no es prudente, ve su cara de dolor”. Asentí.
Tras recopilar algunos datos, hacer unas cuantas entrevistas y compartir nombres con compañeros de otras secciones, nos disponíamos a regresar a redacción, sin imaginar que, en el interior del recinto, el papá de hoy occiso hacía sus primeras declaraciones ante los medios de comunicación. Las primeras después del incidente, y nosotros debíamos tenerlas.
Creo llegué hasta allá de tres pasos, prendí mi grabadora y capté algunas frases… Primera plana, comparativos con otros periódicos, nuestra modesta colaboración por parte de soft news. Bien librados.
Cuando todo pasó, pensaba en mi familia, en mi trabajo, en mí.
No sé por cuanto tiempo más, pero que bueno que escribo noticia blanda, pensé, mientras iniciaba la fabulosa crónica de un evento de motociclismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Requiescant in pace